miércoles, 27 de febrero de 2008

Yo también siento a Maiden

Iron Maiden, se cumple la ilusión

Hola, es un placer para mí saludarlos a través de este medio. He querido iniciar esta comunicación con una experiencia que definitivamente no puede pasar inadvertida en nuestro país: la visita de Iron Maiden.

Discutir sobre la vigencia o no del concepto sonoro de la agrupación inglesa implicaría muchas líneas en este blog, pero más allá de ese debate quiero concentrarme en lo esencial, la pasión en la música es sagrada y de alguna forma u otra la alegría que produce la visita de Bruce Dickinson y compañía nos hace recordar el amor primario e incondicional por el sonido.

Phillipe Siegenthaler e Iván García me acompañaron durante la tarde del miércoles 27 de febrero al aeropuerto El Dorado de Bogotá a la hora en que llegaba Iron Maiden a nuestro país, la verdad nos sorprendió ver un público muy joven, niños y niñas que quizá ni habían nacido durante la época dorada de la banda. Eso es inspirador, no podemos olvidar que la música une generaciones, razas, geografías, pasiones y pensamientos. Posteriormente nos dirigimos al Parque Simón Bolívar y vimos la concentración de personas que esperaban con ansiedad el concierto, no se puede discutir que nuestro país, por las circunstancias que sean, tiene en el metal una de sus bandas sonoras más interesantes para poder entendernos y comprendernos.

Quedan muchas reflexiones sobre este tema, pero insisto, quiero cerrar los ojos para poder contagiarme con esa ilusión primaria que significa el poder pagar una deuda multigeneracional como lo és la presentación de Iron Maiden. Sólo quiero dejar una pequeña recomendación: pagada la deuda, miremos hacia adelante y comencemos a transitar los caminos sonoros del presente siglo XXI.